Yo apuesto por lo humilde...
Renuncio a la apariencia en el vestir, en el hacer y en el decir.
Renuncio a las palabras solemnes y a cualquier forma de opulencia.
Renuncio a arrimarme a los más grandes y a sentarme en sus mesas vacías.
Renuncio a los fingimientos estériles y a ocultar los límites de la pobreza.
Renuncio a un corazón altivo y a soñar castillos de arrogancia.
Renuncio a juzgar y condenar como si fuese amo de certezas.
Yo, apóstol desde la humildad, amo las pocas palabras llenas y sinceras.
Amo las formas humildes en el ser y en el hablar de mis cosas.
Amo las pocas cosas de la pobreza, tan ricas ellas, hermosas y duraderas.
Amo a la gente humilde, grande siempre en su sencillez.
Amo las manos campesinas y las miradas limpias.
Amo los bichos pequeños, el agua, la nieve, las hierbas.
Amo los besos y la ternura y la acogida de un buen abrazo.
Amo la amistad fiel y el perdón que la alienta.
Amo arrepentirme cada día y buscar la verdad que libera.
Amo la comunidad transparente y compartir mi vida entera.
Amo la lucha callada, persistente, por un mañana que ya despierta.
Amo a Dios, porque es humilde Creador.
Amo a Jesús, porque es humilde Salvador.
Amo al Espíritu, porque es humilde Soñador.
Amo a María, porque es humilde Madre de mi Señor.
Apuesto por lo humilde y sencillo, y por estos versos pequeños para decir lo que quiero.
Julio Lois
Ciao.
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