Nada vuelve a ser lo mismo dos veces…
Ni el amor, ni las personas, ni la vida.
Lo que se rompe, aunque se repare, guarda siempre la huella de la grieta. Lo que se pierde, aunque se recupere, ya no ocupa el mismo lugar en el corazón.
Hay abrazos que se sintieron como hogar y que, por más que intentemos repetirlos, ya no transmiten el mismo calor. Hay miradas que antes brillaban y que ahora solo esconden un silencio incómodo. Hay lugares que visitamos con la esperanza de revivir viejos momentos… Y solo encontramos el eco de lo que fuimos.
El tiempo lo cambia todo, a veces sin que lo notemos. Nos cambia la manera de sentir, la forma de amar, incluso el modo en que recordamos. Las personas también cambian; algunas se vuelven desconocidas, otras se alejan sin despedirse, y unas pocas deciden quedarse, pero nunca son exactamente las mismas que conocimos.
La vida no se repite, no tiene ensayos ni segundas funciones idénticas. Lo que hoy tenemos, mañana será distinto, incluso aunque parezca igual. Y esa es la melancolía más grande: Saber que cada instante es único, pero que no siempre lo vivimos como si lo fuera.
Por eso, mientras algo o alguien esté en tu vida, abrázalo con fuerza. Porque una vez que se vaya o cambie, aunque vuelva, ya no será igual… Y quizás tú tampoco.
Ciao.
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