Nuestra misión en la vida

NUESTRA MISIÓN EN LA VIDA ES AMARNOS, AMAR AL PRÓJIMO Y AMAR AL PADRE.


Si abrimos nuestra alma a Dios, nos fortalecerá Su fuerza, y nuestro cuerpo y nuestra sensibilidad estarán unidos a la fuerza de Dios.
Si no acogemos al Padre mutilamos nuestro ser, somos personas inacabadas, ya que la persona completa en el pensamiento de Dios, es la persona divinizada.
La persona sola y autosuficiente es inimaginable. Si queremos perfeccionarnos, debemos abrirnos a Dios, que no conforme con la existencia que le ha dado, desea unirse al ser creado para transformarse en él.
Sólo la persona santa es un ser acabado, ya que se vació totalmente de sí mismo para acoger en sí enteramente a Dios y entregarse a toda la humanidad.
Nosotros alcanzaremos la madurez total cuando estemos unidos por el conocimiento y el amor al resto de los hombres, miembros del cuerpo de Cristo, del que nosotros también formamos parte.
Debemos adquirir conciencia de nosotros y reconocer nuestros límites, porque así, podremos acoger a los demás y enriquecernos con sus cualidades. Así habremos alcanzado nuestra plena madurez.
Si queremos vivir, debemos amar a nuestro prójimo. Pasaremos de la muerte a la vida cuando aceptemos y amemos a los demás.
Cuanto más amemos, más viviremos, cuanto más nos separemos de los demás, más muertos y alejados estaremos también de Dios.
Cuando rechazamos a los demás, rechazamos a Dios Padre y nos destruimos interiormente.
Abrirse a Dios es abrirse a los hombres.
Hallar a Dios es hallar a los hombres.
Comulgar con Dios es comulgar con toda la humanidad.
No podemos amar a Dios si no amamos a los hermanos, y no amamos a los hermanos, si toleramos y permitimos su sufrimiento sin reaccionar.

Ciao.