sábado, 22 de mayo de 2010

Con Dios, todo es posible


Amigos, ¿No habéis tenido alguna vez la sensación de recibir de los demás mucho menos de lo que esperábamos?
Esa palabra de agradecimiento, que esperábamos escuchar de nuestra familia, de nuestros vecinos o amigos, de nuestro compañeros de trabajo, e incluso de nuestros propios jefes.
Ese, "Gracias", "Qué buena está esta comida", "Qué bien has hecho el trabajo"... Y tantas otras palabras que en algún momento todos necesitamos oír.
Ponemos a menudo toda nuestra ilusión y esfuerzo en hacer las cosas, y nos esmeramos en realizarlas, pero cuando esperamos el aplauso, los que nos rodean cierran sus bocas, bien por despiste, o bien porque son demasiado orgullosos como para reconocer nuestro éxito, pero lo cierto es que nos quedamos sin escucharlos.
Sólo Dios nos empuja para que hagamos las cosas, aún sin esperar ninguna recompensa, y sólo Su Amor nos hace esforzarnos cada día por ayudar a los demás sin pedir nada a cambio.
Hoy se me ocurre terminar este post con esta frase:

"El amor al prójimo supera todo, ya que no hace falta conocer a tu vecino para tenderle una mano,sólo la satisfacción de que se hace el bien, nos ayuda a ser mejores seres humanos".

Ciao.

No hay comentarios: