miércoles, 27 de junio de 2018

Equipajes


La vida es un camino, una peregrinación con muchas etapas. Y como jesuita son muchas las veces en las que toca volver a ponerse en marcha después de haber hecho una etapa de camino.
Ello siempre conlleva tener que hacer mudanzas y equipajes. Momentos en los que se aprovecha para hacer limpieza y deshacerse de cosas que llevas tiempo sin usar, en los que vuelven a pasar por tus manos fotos, escritos y recuerdos que te evocan personas importantes de tu vida, experiencias vividas etc. Y al empaquetar, siempre tienes la sensación de estar precintando toda tu vida en cajas de cartón, a la espera de volver a recolocarla en otras estanterías y armarios que el futuro tiene preparado.
Y es que, en el fondo, al hacer maletas y viajar, sea más lejos o más cerca, de manera temporal o definitiva, siempre hay algo de nosotros que muere, algo que se queda y algo que se va.
Algo que muere, como las cosas que tiramos a la basura, puesto que para salir hacia un nuevo horizonte es necesario de alguna manera romper con el lugar que nos cobijaba hasta el momento. Y esto es algo que ni las comunicaciones ni las redes sociales han podido solucionar.
Algo que se queda, como las cosas que regalamos a gente querida, porque hay una serie de personas que paradójicamente permanecen a nuestro lado cuando nos marchamos.
Son aquellas personas que nos han marcado, en las que hemos confiado y con las que mantendremos una relación más o menos frecuente, pero con la conciencia de que desde allí estarán con nosotros.
Y algo que se va, que se viene con nosotros dentro del equipaje, como los regalos de despedida que se unen a nuestras pertenencias. Porque al marchar de un lugar, siempre nos llevamos con nosotros todas aquellas personas y experiencias que nos han marcado, haciéndonos crecer y madurar, cambiando nuestra manera de ser y de pensar.
Caminar, salir, marchar, dejar, permanecer, morir… Son verbos que hablan de experiencias fundamentales de la existencia, que nos hacen más humanos, y que en el fondo nos enseñan que en esta vida es tan importante saber decir hola, como aprender a decir adiós.

Dani Cuesta, SJ

Ciao.

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