sábado, 9 de febrero de 2019

Dios, en lo más hondo de nuestro corazón



Una buena manera de representar el modo de vivir desde las pequeñas cosas de lo cotidiano consiste en mirar como si tuviéramos un microscopio y un telescopio a la vez, poniendo un ojo en cada uno, para de esta forma asomarnos desde las cosas chiquitas a los grandes misterios de la vida.
Y Dios, si bien está en las grandes obras, también está en la sonrisa de los que amamos, en las miradas desnudas que nos abren las ventanas del alma, en un café compartido, en la satisfacción del trabajo bien hecho, en las manos que se tienden en nuestra ayuda sin pedir nada a cambio, en los abrazos que nos hacen sentir que estamos en casa.
En definitiva, Dios está en todo el amor que somos capaces de sentir y expresar en los pequeños gestos. En todo esto que no es gigante, sino pequeño y diminuto, pero que pasado por el corazón se vuelve inmensamente grandioso.
El problema quizás está en que vamos en búsqueda de lo gigante y exigimos lo grandioso.
Hoy te invito a mirar y valorar lo más humano y pequeño, eso que es tan microscópico que casi no se puede ver, para desde allí entrar a los telescópicos enigmas de lo divino.
Ojalá descubras que así como Dios está en los misterios del cielo, también está en lo más hondo de tu corazón.

Ciao.

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