jueves, 4 de julio de 2019
Compartir la vida desde el amor
Continuando con el pots de ayer (Historia de dos hermanos), sigo reflexionando sobre esta parábola que a mi siempre me ha parecido maravillosa, porque demuestra el gran amor de un padre, que no es ni más ni menos que el amor de Dios Padre nos tiene a sus hijos pecadores y desagradecidos.
Sigamos meditando y agradeciendo a Dios este gran Amor Misericordioso que nos tiene.
Hay dos grandes descubrimientos en la Parábola del Hijo Pródigo (Lc 15, 11-32).
Primero el del hijo menor, que se encuentra de la manera más radical con la misericordia del Padre.
Segundo, el del hijo mayor, que empieza a darse cuenta de que ser hijo no es lo que él había pensado hasta el momento.
Se siente indignado con el Padre, se considera a sí mismo un hijo ejemplar porque lo sirvió y lo obedeció por tantos años, y sin embargo el que recibe la fiesta es el otro que se fue.
Ahí es cuando el Padre lo sorprende con otra clave de lo que significa ser hijo: Compartir la vida desde el amor.
De esta manera, más que servir y obedecer, el amor se vuelve un elemento fundamental de la relación, que si falta, termina por desvirtuarlo todo.
Son dos sentimientos totalmente distintos el que tiene el hijo mayor y el que tiene el Padre.
¿A cuál se parece más el que tenemos en nuestra vida?
Ciao.
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