Mirar la realidad con un poco de realismo nos hace caer en la cuenta, casi inmediatamente, de que no podremos salvar a todo el mundo, ni resolver todos los problemas que en él existen.
Y es que hay cosas que ni siquiera conocemos bien y ni siquiera podemos encontrar ni imaginar una posible solución.
¿Cómo hacemos, entonces, para seguir creyendo?
Adentrándonos en ese misterio tan grande que es las Promesas que nos hace Dios para el mundo y para cada uno de nosotros.
Quizás no sabemos muy bien de qué se puede tratar, pero si podemos ir teniendo algunas pistas en esos brotes de esperanza que cada día encontramos y vemos a nuestro alrededor.
Para descubrir dichos brotes sólo nos basta prestar un poquito de atención y preguntarnos:
¿Qué cosas me dan esperanza?
Ciao.
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