Al principio cuesta. Un pie, luego otro… Y al suelo. Y así, tantas veces como sean necesarias hasta conseguir el equilibrio suficiente que nos mantenga sobre las dos ruedas de la bici.
Ese momento todavía es algo forzado porque estamos rígidos y con la atención puesta en mil detalles. Hasta que llega un día en que montar en bici no nos cuesta nada, resulta natural y espontáneo. Es imposible medir el momento del cambio, pero sucede.
En nuestra vida hay etapas de cambios y momentos para emprender nuevos caminos: Profesionales, de estudio, ir a vivir a otro país, cambiar de estilo de vida…
Todos ellos son cambios que traen consigo un periodo de adaptación en el que podemos sentirnos un poco forzados, mecánicos, sin la naturalidad que da lo conocido. Tal vez entonces nos ayude recordar ese momento en el que de pequeños aprendimos a montar en bici para hacer memoria de que las dificultades se superan y que, cuando menos lo esperemos, habremos conseguido el ansiado equilibrio que nos permita pedalear hacia terreno desconocido.
Chema Montserrat
Ciao.
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