miércoles, 15 de marzo de 2023

Tratar con Dios

Uno cuando trata con Dios, piensa en Dios, habla de Dios... No puede dialogar con la sospecha. Uno tiene que dialogar directamente con la fe, luego vendrá la sospecha. No podemos olvidarnos que somos herederos de una modernidad absolutamente crítica, pero en primer lugar, dialoguemos con la fe, es decir, busquemos en lo profundo de nuestro corazón qué experiencias Dios ha puesto, o en qué experiencias nosotros no podemos sino poner el nombre de Dios para explicarlas; experiencias de asombro ante la vida, experiencias de admiración ante la naturaleza, de sobrecogimiento ante el misterio del mundo, experiencias de amor íntimas.... Dónde radica en nosotros aquellas experiencias que hacemos en las cuales la experiencia puede más que la palabra, el amor puede más que el conocimiento.

En muchas experiencias de nuestra vida nosotros tenemos que afirmar que primero conocemos y que después amamos, y que nadie puede afirmar que ama aquello que no conoce. Y sin embargo hay una parte muy grande de nuestras experiencias más importantes del corazón en las cuales nos sentimos al revés, gratuitamente agraciados, arrastrados, seducidos... Por una experiencia que no conocemos, que es un misterio que nos desborda, que no podemos ponerle nombre, es decir, que hemos de recurrir a ese nombre gastado de siglos y siglos, y tenemos que decir: ¿Será Dios lo que estoy viviendo?

Y ello lo podemos vivir en la medida en que rastreemos esa acción que solamente Dios puede mostrarnos oculta en nuestra vida.

Chema Montserrat

Ciao.

 

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