Muchas veces tenemos una mirada pesimista ante todo lo que ocurre en el mundo o ante la realidad personal que vivimos. Caemos con facilidad en un pensamiento cenizo que nos hace perder la esperanza ante el futuro que nos apremia. Ante esta situación, solemos tener una queja fácil que nos lleva a ver todo nuestro entorno como un callejón sin salida en el que no encontramos solución posible.
Sin embargo, la Cuaresma es un tiempo en el que somos invitados a limpiarnos las gafas con las que contemplamos la realidad. Son días en los que podemos esforzarnos en ver el mundo que nos rodea con profundidad, tanto con sus cosas buenas como con las malas. Renovar nuestra confianza en un Dios que no abandona a la humanidad y descubrir que Él habita y camina entre nosotros llamándonos a transformar nuestra queja en esperanza.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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