Superar nuestros propios límites

Que nada me perturbe, ni mis límites, ni los límites de los demás ni siquiera las circunstancias. 

Que mi plan para este día sea solo hacer la voluntad de Dios en cualquier situación y cueste lo que cueste. Nada me detiene si tengo una meta segura. Y mi objetivo es no alejarme del amor vivo. 

Que pueda ser lo suficientemente humilde como para saber cómo perdonar y pedir perdón. 

Que cada barrera sirva para repensar y fortalecer la fraternidad con todos.

Saber reconocer los propios límites es fundamental para alcanzar los objetivos deseados. Esta actitud de humildad nos recuerda que podemos contar con la ayuda de los demás, principalmente nos recuerda que podemos, ante todo, confiar en Dios sin ninguna duda. A partir de ahí todas las limitaciones pueden ser superadas.

Nuestra mayor eficiencia está en trabajar juntos. Por más brillante que sea una persona, cuando actúa sola, termina chocando con sus límites.

Cuanto más nos conocemos, más sabemos hasta donde podemos llegar.

Confiar en Dios es creer en lo imposible. Él sí, no tiene límites y nos lleva más allá de nuestras expectativas.

Apolonio Carvalho Nascimento

Ciao.