martes, 2 de julio de 2024

El cambio de nuestra respiración

¿Te has fijado alguna vez como la respiración cambia con nuestros estados de ánimo? 

Corta y superficial cuando estamos tensos o enfadados, rápida cuando estamos excitados, lenta y profunda cuando estamos tranquilos, y casi siempre desaparece cuando tenemos miedo.

Está con nosotros todo el tiempo. Puede utilizarse como una herramienta, como un ancla para traer estabilidad al cuerpo y a la mente cuando elegimos deliberadamente cambiar y tener conciencia de ella.

Para aprender a gestionar las emociones a través de la respiración, lo primero que debes saber es que esa función puede ser de varios tipos. Hay básicamente dos formas de respirar que inciden en el mundo emocional:

-La respiración abdominal. Es la forma natural de respirar, por eso la tienen los bebés al momento de nacer. En este tipo de respiración es como si tragaras el aire y lo llevaras al estómago. Se basa en el funcionamiento del diafragma.

La respiración abdominal es altamente saludable para aliviar tensiones y oxigenar órganos vitales como el corazón y el hígado. Si la practicas con frecuencia obtienes grandes beneficios.

-La respiración energética. Es la que aparece durante los momentos en los cuales realizamos ejercicios físicos. Su principal función es la de llenar de vitalidad al organismo en su conjunto.

La respiración energética es muy adecuada para momentos de grandes dificultades emocionales, ya que nos llena de vitalidad.

La ira es una de las emociones más dañinas para el cuerpo y la mente. Por eso es importante que aprendas a controlarla, para evitarte males mayores. Lo puedes hacer a través de la respiración.

En el momento de experimentar el enfado, quédate quieto. Luego inspira profundamente y después exhala, con toda la fuerza de la que seas capaz.

La ira es como una olla a presión a punto de explotar; respirar con gran potencia, se asemeja a la liberación de la presión en ese tipo de artefactos. Si no se produce ese escape, de seguro habrá un estallido.

Cuando experimentes cierto agotamiento en la respiración, comienza a inhalar y exhalar de forma pausada. Ya estás tranquilo.

Utilizando la respiración evitas a tu organismo una sobrecarga emocional que podría dañarlo y también evitaste un conflicto probablemente innecesario.

Evalúa la forma en que respiras diariamente y toma conciencia sobre lo que ella refleja. Al cuidar tu manera de respirar, también proteges tu cuerpo, tu mente, tu vida.

Chema Montserrat

Ciao.

 

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