domingo, 6 de octubre de 2024

"Ayudar a entender"

Siento que precisamos conectar mejor la vida cotidiana con la experiencia cristiana de la fe. Ayudarnos a entender lo que somos y vivimos desde la clave de lo que creemos. Porque más que un sustantivo, la fe es un verbo: Creer. Es una acción continuada, no algo que tenemos (¿Qué puede significar “tengo fe”?) sino más bien alguien con quien nos encontramos y que nos está esperando en el fundamento de cada cosa, en el corazón de cada acontecimiento que vivimos y que nos vive.

Descubrir más a Dios en el día a día. Lo cotidiano es lo incidental, lo que va cambiando a la misma velocidad que el transcurrir del tiempo, lo que hoy nos parece muy denso de presencia, porque lo vivimos en la actualidad del instante, y que en seguida pasará y nos dejará a la espera de la nueva ocasión de gracia.

"Ayudar a entender" lo que vivimos es una buena definición de la acción del creer cristiano. Ayudar a entender lo que leemos de la vida y de la Palabra de Vida. Ayudar a vivir con los ojos y el corazón abiertos. Dispuestos a dar razón de lo que esperamos con aquellos en los que la comunión es marca de sufrimiento pero también señal cierta de salvación.

La fe, que es un movimiento confiado del corazón, tiene su propio contexto en lo cotidiano de la vida. No es una fe que se funda en convicciones, aunque las supone, sino en el encuentro con el Amor de Dios que nos abraza y nos dispone.

Nos abraza, es decir, nos hace sentir su aceptación, nos estrecha con cuerdas de amor, nos acoge y nos hace sentir su perdón siempre inmerecido. Nos dispone a su deseo, nos capacita para el seguimiento de Jesús, nos pide una disponibilidad y libertad de corazón para que nos dejemos mover por su divina mano.

Sin este descubrir y saborear a Dios y su cuidado amoroso en todas las dimensiones de la creación y de la historia, el movimiento de la fe se detendría estéril. El alimento de la fe es la vida, la vida "aterrizada", con todo su componente de rutina y vulgaridad, pero con también con su humilde grandeza, la de sabernos sus criaturas cuidadas y queridas.

Aterrizar lo de Dios, el Dios de todas las cosas, el de su reinado escondido para los sabios y prudentes y que sólo los de corazón sencillo saben descubrir. Aterrizar nos exige una actitud de generosidad discernida, de alerta humilde, para no dejar pasar su “kairos” oportuno.

Chema Montserrat

Ciao.

 

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