sábado, 30 de junio de 2018

Los ojos son las ventanas del alma


Me cautivan los ojos que irradian sencillez, transparencia y sorpresa. Estoy convencido de que la mirada de una persona dice mucho de quién es ella. Da pena ver miradas tan tristes, tan vacías, tan superficiales e incluso, perdidas. Por eso cautivan los ojos de las personas que transmiten frescura y libertad.
Hay jóvenes, sobre todo, que tienen una luz especial en sus ojos, aunque también hay otros que gritan la soledad que sienten. Tus ojos, ¿Ven, miran o aprecian?

Existen tres momentos o tiempos distintos en el acto de percibir una realidad. Al ver observamos una realidad y distinguimos colores, formas, tamaños, etc... Es un acto pasivo por el cual dejamos que la realidad aparezca delante de nosotros.
Al mirar, ponemos 'intencionalidad' en el acto de ver. Cuando miramos la luz de la razón se pone en marcha. Sin embargo, apreciar, es algo completamente distinto. Al apreciar, no solo la realidad se hace presente ante mí, o con la ayuda de la razón conocemos y examinamos la realidad, sino que además se une el mundo afectivo. En el ejercicio de apreciar está nuestro mundo interior percibiendo una realidad concreta.

Apreciar es, de alguna manera, mirar con las entrañas, con el corazón, con los sentimientos más profundos de nuestro interior. Por eso que en el acto de apreciar ser revela el mundo interior que nos habita. Si hay amor en tu interior, amorosa será tu mirada, si hay compasión, compasiva será tu mirada, y si hay perdón, misericordiosa será tu mirada.

Si miramos la realidad, desde la fría razón, tal vez no exista un solo hombre sobre la tierra que pueda ser declarado inocente. Pero si apreciamos a los demás, desde lo profundo de nuestro ser, desde los sentimientos de amor, compasión y perdón, nuestros ojos se encontrarán con la belleza que está detrás de la 'corteza de apatía' que cubre el corazón del ser humano.

Pedro Ezequiel

Ciao.

viernes, 29 de junio de 2018

Mientras no me salpique


Es la justificación perfecta para no involucrarse ni buscar soluciones para los problemas de los demás. “Mientras no me salpique, a mí qué me importa”.

Si viviésemos en islotes cerrados, sin relación con el mundo exterior y practicando la agricultura y ganadería de subsistencia, este planteamiento aún seguiría siendo irresponsable.
Cuánto más si somos seres sociales, que necesitamos de los demás para vivir y los demás necesitan de nosotros.
Lo que afecte a los amigos de mis hijos, pronto afectará a mis hijos y por tanto a mí. Lo que afecte a la sociedad en la que vivo, afectará a mi propia familia tarde o temprano, si no es en esta generación, será en la siguiente. Por lo tanto, siempre me va a salpicar, por mucho que me esfuerce en permanecer encerrado en mi castillo.

Eludir nuestra responsabilidad de esforzarnos por dejar las cosas mejor de lo que nos las encontramos, aludiendo a que “las cosas están muy mal” y entonces mejor intentar que nuestro búnquer no tenga grietas, no tiene mucho sentido.
Salgamos a la calle y hablemos de todo con todos, vayamos al colegio de nuestros hijos e involucrémonos en la gestión y programas educativos, formemos debates con los compañeros de trabajo, organicemos reuniones para tratar temas de actualidad y compartir ideas, formémonos para reforzar criterio, invitemos a casa a los amigos de nuestros hijos y sus familias, creemos a nuestro alrededor un espacio donde todos quepan y donde se pueda hablar bien de las cosas buenas.

Cada uno tenemos nuestras circunstancias personales, familiares, laborales… Por eso generalizar es fácil y concretar, difícil. El caso es no conformarse con nuestro pequeño círculo de confianza donde todo va bien y donde los problemas que veo por la tele “no nos salpican”.

Defendamos y promovamos la familia, con ejemplo y con debate, con sonrisas y con argumentos razonados, cuidando de la propia e interesándonos por la de los demás, abriendo las puertas de nuestra casa y de nuestra mente.
Salgamos. Hagamos cosas. Por nosotros y por los demás. En estos días de tormentas de primavera, tiremos los paraguas y dejémonos salpicar, que al llegar a casa tendremos toallas para secarnos.

www.forofamilia.org

Ciao.

jueves, 28 de junio de 2018

La Victoria y Fortaleza de la Oración


"Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad". Colosenses 1:11 

Practicar la oración, no sólo a diario, sino como nos enseñó Jesús: "Orad sin cesar", es fuente de fortaleza y estabilidad espiritual.
Cuando nos mantenemos en comunión con Dios por medio de la oración, podemos enfrentar la vida y todo lo que trae, con valor y serenidad, apoyados en Su ayuda.
Sabemos que el Padre está con nosotros a cada paso y no tememos. A veces el camino se pone difícil, pero si nuestra mirada puesta en Él no se desvía, las apariencias no nos desanimarán. Sabemos que en nuestro interior está obrando el poder de Dios, lo cual nos asegura completa victoria en cada situación.
Si tu, en este día, te sientes derrotado, o tal vez te parece que la lucha se ha vuelto pesada, como una montaña que se cae encima paralizándole, anímate y comienza a orar.
No hay posición para la oración. No hay horarios fijos. Fortalécete en el Señor y recibe el poder de la fuerza divina del Padre. Pon ahora mismo todo lo que te aqueje, oprime y entristece en las manos de Jesús. Con seguridad Él conoce sus necesidades y le dará la fortaleza y el valor necesarios.
Proclamo que en la oración obtengo el poder, la fortaleza y la victoria en medio de las dificultades ¡Lo creo!

Ciao.



miércoles, 27 de junio de 2018

Equipajes


La vida es un camino, una peregrinación con muchas etapas. Y como jesuita son muchas las veces en las que toca volver a ponerse en marcha después de haber hecho una etapa de camino.
Ello siempre conlleva tener que hacer mudanzas y equipajes. Momentos en los que se aprovecha para hacer limpieza y deshacerse de cosas que llevas tiempo sin usar, en los que vuelven a pasar por tus manos fotos, escritos y recuerdos que te evocan personas importantes de tu vida, experiencias vividas etc. Y al empaquetar, siempre tienes la sensación de estar precintando toda tu vida en cajas de cartón, a la espera de volver a recolocarla en otras estanterías y armarios que el futuro tiene preparado.
Y es que, en el fondo, al hacer maletas y viajar, sea más lejos o más cerca, de manera temporal o definitiva, siempre hay algo de nosotros que muere, algo que se queda y algo que se va.
Algo que muere, como las cosas que tiramos a la basura, puesto que para salir hacia un nuevo horizonte es necesario de alguna manera romper con el lugar que nos cobijaba hasta el momento. Y esto es algo que ni las comunicaciones ni las redes sociales han podido solucionar.
Algo que se queda, como las cosas que regalamos a gente querida, porque hay una serie de personas que paradójicamente permanecen a nuestro lado cuando nos marchamos.
Son aquellas personas que nos han marcado, en las que hemos confiado y con las que mantendremos una relación más o menos frecuente, pero con la conciencia de que desde allí estarán con nosotros.
Y algo que se va, que se viene con nosotros dentro del equipaje, como los regalos de despedida que se unen a nuestras pertenencias. Porque al marchar de un lugar, siempre nos llevamos con nosotros todas aquellas personas y experiencias que nos han marcado, haciéndonos crecer y madurar, cambiando nuestra manera de ser y de pensar.
Caminar, salir, marchar, dejar, permanecer, morir… Son verbos que hablan de experiencias fundamentales de la existencia, que nos hacen más humanos, y que en el fondo nos enseñan que en esta vida es tan importante saber decir hola, como aprender a decir adiós.

Dani Cuesta, SJ

Ciao.

martes, 26 de junio de 2018

Nuestra oración en el dolor


El dolor es presencia, ofrecimiento y escucha. Un idioma que pocos todavía hemos aprendido a “hablar”.
Santuario íntimo donde se encuentran los que se aman. Sobran las palabras porque los dos se acogen con miradas, gestos y el mutuo ofrecimiento.
Es la presencia del Amor de Dios. Es poseerse para dar lo más íntimo y profundo, el sufrimiento, lo único que sí nos pertenece. Es entregarse a pedacitos, arrancarse el corazón poco a poco para regalarlo a la persona Amada.
En la cruz la maternidad de María llega a su culmen.
Su presencia es expresada en el Evangelio de modo sencillo pero profundo: “Estaba”. Sí, estaba firme y fiel. No pudo dejar a su Hijo solo como casi todos los discípulos.
Su presencia fue quizás el único consuelo de Jesús. Las miradas se cruzan y se dicen todo en silencio, pues el dolor tiene un modo misterioso y callado de comunicarse. “Aquí estoy hijo mío. Aquí estoy Madre mía”.
Nuestra oración en el dolor y el dolor convertido en oración debe ser también un presentarse, un hacerse don para Dios. Como estamos, como somos, con las pocas fuerzas que tengamos. Con nuestra fe debilitada, con nuestra esperanza puesta a prueba, con nuestro amor cansado por la intensidad y la distancia recorrida.

Desconozco el autor.

Ciao.

lunes, 25 de junio de 2018

Por la mañana, la tarde y la noche: 11 hábitos para cultivar la vida de oración


Permanecer en unión con Dios todo el día es más sencillo y espontáneo de lo que nos imaginamos...

Por la mañana:

1 - Levántate temprano:
Además de dar mucho más disposición física, despertar temprano es una forma de garantizar de 5 a 30 minutos de oración silenciosa enseguida de mañana, algo que da también mucha mayor disposición espiritual para el día. Programa el despertador en la noche y, cuando suene, levántate inmediatamente, sin enrollarte en la tentación natural de “un minutito más”.
Haz de tu primera oración del día: La ofrenda espiritual a Dios del sacrificio de sacudir el sueño.
Prueba durante un mes: Es un plazo normalmente suficiente para crear un hábito.

2 - Haz a Dios el ofrecimiento de la mañana:
Al levantarte de la cama, arrodíllate, hazte la señal de la cruz y ofrece tu día a Dios. Lleva sólo algunos segundos, pero hace gran diferencia a lo largo de todo el día.
Haz la oración que prefieras: Puede ser espontánea, puede ser un modelo de oración de la tradición de la Iglesia.

3 - Haz tu oración mental matutina:
Muchas personas prefieren bañarse y vestirse antes de dedicarse a la oración mental, para hacerla con más concentración y mayor provecho. Puedes hacerla en casa o pasar por la iglesia cuando vayas de camino al trabajo – si es posible, por lo menos algunas veces al mes, intenta hacerla en una iglesia en que haya adoración eucarística.
No hay una duración determinada: Pueden ser 5 minutos, puede ser media hora.
Haz una oración silenciosa y personal, conversando con Dios. Habla con Él de tus necesidades y sueños, pero también agradece, reconoce los dones que Él te concede en las cosas simples de cada día, intercede por quien lo necesita, pide perdón por tus egoísmos, errores, pecados… Alábalo, adóralo, contempla su grandiosidad, sus misterios, su misericordia, su capacidad de decirnos algo incluso a través de los grandes desafíos que Él nos permite enfrentar.
Medita sobre algún pasaje de las Sagradas Escrituras o sobre los escritos espirituales de algún santo. Gracias a Dios, opciones no faltan.

A lo largo del día:

4 - Habla con Dios y con María a lo largo de tus tareas:
Él está contigo todo el tiempo: Es sólo cuestión de que lo recuerdes. Muchas veces, basta una mirada, un breve pensamiento… No siempre es necesario usar palabras para comunicarse con quien se ama.
Habla también con María, como un hijo lleno de confianza y cariño. Está claro que lo ideal es dedicar al rosario un tiempo de calidad y reconocimiento, pero si eso no fuera posible todos los días, que sepas que puede rezarse a lo largo de las actividades cotidianas.
Mira las magníficas sugerencias de este artículo: 10 consejos sorprendentes para rezar el rosario conversando con María en el día a día.

5 - Reza alguna oración aprendida de memoria: 
El tesoro de la Iglesia está lleno de bellas oraciones compuestas por grandes santos, incluso algunas en forma de poesía. Éstas son excelentes recursos para inspirarnos, elevarnos y unirnos a Dios, además de que nos puede ayudar también la oración mental del día siguiente. Entre los muchos posibles ejemplos, las poesías de san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, o el último párrafo de la célebre oración “Tarde te amé”, de san Agustín.

6 - Ofrece a Dios tus trabajos, estudios, sufrimientos, inquietudes, alegrías…:
Todo se puede transformar en oración. La inspiradora síntesis de la vida de los monjes benedictinos que dice: “Ora et labora” – “Ora y trabaja”, incluso transformando el trabajo (y el estudio) en plegaria mediante su oferta a Dios con las más puras intenciones.
También la cruz es oración: Grandes o pequeños, no dejes pasar en blanco tus sufrimientos y sacrificios. Únelos al sacrificio redentor de Jesús con amor y consciencia. Eso es oración transformada en vida.
Pon en las manos de Dios también tus preocupaciones, inquietudes, desasosiegos… San Agustín nos recuerda, en una de las frases más famosas de toda la historia del cristianismo: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”. Es junto a Él que recobramos la serenidad, la paz y la quietud.
Si el dolor puede ofrecerse a Dios, lo mismo vale para las alegrías: finalmente, Dios es la fuente de todo bien y, por lo tanto, de todas las legítimas alegrías de nuestra vida.

7 - Recógete en momentos de silencio:
Experimenta apagar la música, la televisión, el radio, los muchos ruidos de todos los días. Siente el silencio. Puede ser difícil al inicio, pero aprender a disfrutar del silencio es liberador y revelador. Si queremos oír a Dios primero tenemos que silenciar las cosas. Él no suele hablar alto…

Por la noche:

8 - Agradece en familia por el día que Dios les concedió: 
Todos los días contienen innumerables gracias de Dios, incluso esos días que parecen haber sido puro sufrimiento y vacío. Dios nos habla mediante una amplia variedad de acontecimientos, personas, experiencias – y todo ese aprendizaje, para ser asimilado y dar frutos, requiere momentos de reflexión compartidos con las personas a quienes amamos más.
Hablar en familia, delante de Dios, sobre las lecciones e inspiraciones del día que pasó es una forma de oración y también de consolidar la propia relación familiar. Agradezcan juntos a Dios por esa oportunidad.

9 - Haz tu examen de conciencia: 
Cada noche, antes de acostarte, ponte en la presencia de Dios y examina tu conciencia con calma, serenidad, confianza, humildad, honestidad. No escondas las cosas de ti mismo. Repasa en tu mente los diez mandamientos, los siente pecados capitales… ¿Qué puedes mejorar?
Haz un acto de contrición. Si algún pecado fue grave, haz el propósito de confesarte.
Abraza a Dios con confianza, pidiendo disculpas y pidiendo su gracia, no como un siervo que tiene miedo, sino como un hijo agradecido y con confianza en la misericordia, en la comprensión y la ayuda del Padre.

10 - Acuéstate cada noche a una misma hora: 
Acostúmbrate a definir un horario fijo para dormir, para estar bien descansado a la mañana siguiente (y despertar temprano). Los hábitos estables son muy buenos para la salud del alma y también del cuerpo.

11 - Reza el Ave María cuando estés acostado en la cama: 
Nuestra Madre nunca dejará de oír la oración de un hijo. Y el Ave María es mucho más maravillosa de lo que nos damos cuenta.

  Aleteia Brasil

Ciao.

domingo, 24 de junio de 2018

Minuto de Fe y Esperanza


Cree y espera pacientemente sin dejar de hacer tu mayor esfuerzo; sigue adelante con fe que el Señor va contigo reparando y creando canales de solución.

Aun cuando creas ver un panorama oscuro para tu vida, no te rindas. Dios quiere restaurar tu corazón y tus fuerzas, pero necesita que te acerques a Él y confíes.

Dios te guiará por senderos seguros y de completa tranquilidad si le entregas tu vida. Él te revelará caminos de bendición, sólo ábrele tu corazón y serás libre y feliz.

Clama a Dios en este instante: "Amado Padre, llévate todos mis miedos y angustia, descansa tu mano poderosa sobre mi hombro y que pueda sentir mis fuerzas renovadas y mi espíritu fortalecido".

Confía en que Dios te dará la valentía para transitar por valles oscuros, las fuerzas para vencer y la sabiduría para librarte de decisiones equivocadas.

 PildorasdeFe.net

Ciao.


sábado, 23 de junio de 2018

Creatividad: Abrir nuevos horizontes


Dicen que los tiempos nuevos producen vértigo. ¡Y, sí! La aventura de la creatividad nos abre a caminos insospechados, nos revela rostros que antes eran extraños, nos moldea una mirada nueva y oxigenada.
Pero no tengamos miedo, cuando la mirada queda preñada de futuro no puede menos que imaginar nuevas expansiones del presente, dejando volar la imaginación.
¿Por qué no cierras los ojos y te silencias, atiendes a lo profundo y así te embriagas de futuro? Respira con suavidad y consciencia del presente. ¡Y qué futuro nos espera a la vuelta de la esquina! No estamos condenados a repetir los mismos errores del pasado, todo lo contrario, el barro entre los pies nos recordará que las caídas nos forjan un presente más consciente de nosotros mismos. No nos pesará nunca el pasado a tal punto de ahogarnos como si fuese un océano que nos absorbiera de un tirón.
Cuando abramos espacios a la creatividad, nuestras alas se desplegarán con una fuerza insospechada. El vuelo se hará liviano y le apostaremos a nuevas realidades que se coloreen de más bondad y belleza.
Ahora, tendremos que prepararnos pues la novedad surge como el paso natural de lo germinal y toma tiempo; es delicado como el bebé que crece en el vientre de su madre o como la semilla que tímidamente descuella su verdor en medio de la tierra. Estamos llamados a creer, una mayor audacia del acto creativo: El que «está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2Cor 5, 17). 
Hoy más que nunca el creer te confesará al oído un secreto eterno: Cree y serás nueva creación.
No aplaces la tarea de examinarte y ver qué te está restando creatividad, en las elecciones del día a día.
¡A veces cuánta monotonía se puede camuflar en las puertas cerradas de nuestras casas o en los corazones amarrados de seguridades y miradas esquivas! Anda, gánale a tu pereza o mediocridad en la audacia por amar siempre más y mejor.
Estamos llamados a hacer de lo imposible un posible palpitante en el tiempo presente. Hay una creación entera esperando nuestro inteligente y amoroso abrazo. Entonces surge el inquietante deseo de no quedarnos quietos, impávidos, atónitos, paralizados, anquilosados o enquistados como un fósil venido del Paleolítico.
Quizá nos ayude recordar la canción Up & Up de Coldplay. Entonces veamos el atardecer siempre como un regalo y gozaremos de la sencillez real de vivir con el corazón tejido por los hilos del Amor.
Estamos hechos para la creación, para la novedad y para los sueños nunca antes concebidos. Eso sí, nunca camines en esta senda solo. Alberga en tus entrañas a otros. Una vez aprendí de mi padre que la paciencia abre los futuros más plenos: Pero nunca lo logramos solos. Quizás la mayor terquedad que nos permitiremos será la de no cesar jamás nuestra capacidad de re-crearnos y re-crear toda la realidad.

Esteban Morales Herrera, SJ

Ciao.

viernes, 22 de junio de 2018

Eres lo que piensas


Dios está interesado en tu mente y tus pensamientos. 

¿Sabes por qué? Porque lo que pensamos tiene un gran impacto en cómo actuamos. Eres lo que piensas. Por lo tanto cuanto más sanos y verdaderos sean tus pensamientos más sana será toda tu vida. Pero cuánto más fatalistas, negativos y negros sean tus pensamientos más te enfermarás.
¿Por qué te deprimes? Porque más allá de las situaciones que hayas vivido, piensas en todo lo triste, lo doloroso y lo que está mal. Te ves a ti mismo como víctima y sufres.
¿Por qué mantienes el rencor y la falta de perdón? Porque piensas una y otra vez en lo que te han hecho, y cuánto más lo piensas más herido te sientes y mayor es tu enojo y deseos de vengarte.
¿Por qué fracasas cuando emprendes alguna actividad? Porque piensas que no podrás hacerlo bien, que no eres suficientemente capaz, o que a otros les irá mejor que a ti.
¿Por qué te aíslas de la gente y te encierras en ti mismo? Porque piensas que todos son unos falsos, que no se puede confiar en nadie, o bien, que no volverás a permitir que nadie te lastime.
¿Por qué sientes que Dios está lejos y no te escucha? ¡Porque es lo que piensas y sientes!
Pero todos los ejemplos anteriores tienen algo en común: son mentira. Son pensamientos mentirosos que te mantienen atado, paralizado, frenado y dando vueltas en círculos.
Pensar correctamente es vital para vivir correctamente y tener éxito en todo lo que emprendas. Pensar correctamente es pensar como Dios piensa. Es funcionar de acuerdo a los pensamientos de Dios.
Cuando piensas correctamente, las decisiones que tomes respecto a cada área de tu vida serán buenas, y aún si te equivocas podrás corregirlo y volver a empezar.
Dejarte guiar por Dios y su forma de pensar es la mejor decisión que tú y cualquier persona puede tomar.
Para pensar sabiamente tienes que pensar como Dios piensa.
¿Y cómo piensa Dios?  Lee su Palabra y lo descubrirás.
Pero te doy algunos ejemplos: Dios piensa en que todo es posible, Dios piensa en sanidad, Dios piensa en gozo, Dios piensa sin miedos, Dios piensa en abundancia, Dios piensa ideas originales y creativas, Dios piensa en fe, Dios piensa en avance, crecimiento, multiplicación.

¡Anímate a pensar como Él!
¿Qué tipo de decisiones crees que toman las personas que piensan como Dios piensa? ¿Qué situación enfrentas actualmente en la que necesitas aprender a pensar como Dios piensa para encontrar la mejor solución? 

Edgardo Tosoni

Ciao.

jueves, 21 de junio de 2018

Dios sabe


Cuando estás cansado y desanimado tras esfuerzos infructuosos, Dios sabe cuán duro lo has intentado.

Cuando has llorado por mucho tiempo y tu corazón está angustiado, Dios ha contado tus lágrimas.

Si sientes que tu vida está estancada y que el tiempo te está pasando de largo, Dios te está esperando.

Cuando te sientes solo y los amigos están tan ocupados que ni siquiera pueden llamarte por teléfono, Dios está a tu lado.

Cuando piensas que lo has intentado todo y no sabes qué dirección tomar, Dios tiene una solución.

Cuando nada tiene sentido y estás confundido o frustrado, Dios tiene la respuesta.

Si de repente tu futuro se ve brillante y encuentras trazos de esperanza, Dios te lo ha susurrado.

Cuando las cosas van bien y tienes mucho por lo que estar agradecido, Dios te ha bendecido.

Cuando algo gozoso te pasa y estás lleno de agradecimiento, Dios te ha sonreído.

Cuando tienes un propósito en la vida y un sueño que seguir, Dios ha abierto tus ojos y te ha llamado por tu nombre.

Recuerda que donde quiera que vayas o ante cualquiera cosa que enfrentes, DIOS SABE.

Dios todo lo sabe y está a tu lado para siempre sostenerte. Dale gracias a Dios por todo y en todo y recuerda, él está en control de todo.

Autor desconocido

Ciao.

miércoles, 20 de junio de 2018

Hay miles de motivos para ser feliz


La vida te da miles de motivos para ser feliz, para sonreír, para sentirte pleno y satisfecho, pero muchas veces no tenemos la capacidad para ver todo lo que poseemos.

Te empeñas en estar triste, amargado, quejándote y renegando de todo y todos los que te rodean. Lo primero que tienes que tener muy claro es que nadie es culpable de tus problemas, insatisfacciones o debilidades…Tú eres quien crea tu mundo, tanto el exterior, como el interior,…Tú eres el que buscas y das significado a tu vida.

Aparta de tu mente todos esos pensamientos negativos que te impiden disfrutar día a día, piensa que si canalizas toda esa negatividad y tiempo que malgastas en sentir lástima de ti mismo, en buscar soluciones, en sonreir, y en ver con otros ojos todo aquello que posees, seguro que te darías cuenta de que tienes muchos motivos para ser feliz.

La vida es un regalo, quizás a veces resulte dura y difícil, pero posee tantas cosas maravillosas que vale la pena vivirla y disfrutarla al cien por cien.

Ciao.

martes, 19 de junio de 2018

El significado de 15 invocaciones “curiosas” de la Letanía de Nuestra Señora


Vaso digno de honor... Torre de Marfil... Casa de Oro... ¿Por qué nos referimos así a María? Además, ¿Cuál es el origen de las letanías?
La palabra letanía tiene un origen griego y quiere decir súplica. Desde los inicios de la Iglesia, las letanías fueron utilizadas para indicar las súplicas rezadas en conjunto por los fieles, particularmente durante las procesiones.

Letanía lauretana:
Una de las letanías más conocidas rezadas en la Iglesia es la “letanía lauretana”, que rinde homenaje a Nuestra Señora.
Cuando la casa en la que Nuestra Señora había vivido en Tierra Santa fue transportada milagrosamente a la ciudad de Loreto, en Italia, en 1291, el milagro se difundió rápidamente y dio inicio a numerosas peregrinaciones. Con el tiempo, los peregrinos compusieron una serie de súplicas a Nuestra Señora, que la invocaban por sus más importantes títulos espirituales.
Esas letanías, que empezaron luego a ser cantadas en el santuario, se popularizaron por los peregrinos en todo el mundo católico.
Es a causa de su origen en el santuario de Loreto, además, que la letanía más tradicional en honor de la Santísima Virgen se llama “letanía lauretana”.
A lo largo de los tiempos, los Papas también añadieron algunas invocaciones y otras fueron añadidas para honrar la protección de Nuestra Señora a alguna orden religiosa, como hacen los carmelitas (ellos añadieron cuatro invocaciones propias a la letanía lauretana). El cuerpo central de las letanías, sin embargo, permanece el mismo.

La estructura de la letanía:
Las invocaciones iniciales no se dirigen a Nuestra Señora, sino a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Trinidad: “Señor, ¡Ten piedad de nosotros! Jesucristo, ¡Óyenos!” … ¿Por qué? Porque todo en Nuestra Señora nos conduce a su Hijo divino y, por medio suyo, a la Santísima Trinidad, que es nuestro fin supremo. La Santísima Virgen María es el mejor camino para llegar a Dios.
Después de esta introducción de la letanía, siguen tres invocaciones en las cuales pronunciamos el nombre de la Virgen, santa María, y recordamos dos de sus principales privilegios: Ser Madre de Dios y Virgen de las vírgenes.

Enseguida, hay varios grupos de invocaciones a Nuestra Señora:

- 13 invocaciones para honrar la maternidad de Nuestra Señora.
- 6 invocaciones para honrar su virginidad.
- 13 invocaciones que son figuras simbólicas
- 4 invocaciones de su misericordia.
- 12 invocaciones de María como Reina.
- Las 13 figuras simbólicas.

En general, es en el grupo de las 13 invocaciones con figuras simbólicas que surgen las mayores dificultades de comprensión por parte de los fieles.

Nuestra civilización se ha cerrado al simbolismo, de modo que aquello que podría haber sido evidente en otras épocas hoy está oscurecido por el espíritu práctico de la vida contemporánea, que no favorece la meditación ni la contemplación de las maravillas de la creación.

A continuación el significado de esas 13 invocaciones simbólicas:

* Espejo de Justicia: Justicia, aquí, se entiende en el sentido más amplio de la santidad. Nuestra Señora se llama así porque es un espejo de la perfección cristiana. Toda perfección puede ser admirada en ella, del mismo modo en que podemos admirar una luz reflejada en el agua.

* Sede de sabiduría: Nuestro Señor Jesucristo es la Sabiduría, pues, siendo Dios, todo lo sabe y todo lo conoce. Y si Nuestra Señora lo llevó dentro de sí durante nueve meses, ella fue, por eso mismo, la sede se la Sabiduría – y sigue siéndolo, pues en ella, infaliblemente, encontramos a Nuestro Señor.

* Causa de nuestra alegría:  La verdadera alegría va mucho más allá de la risa, incluso porque reír mucho no siempre significa felicidad. La mayor alegría que un hombre puede tener es la de salvarse y estar con Dios por toda la eternidad. Ahora, antes de la venida de Nuestro Señor, el cielo estaba cerrado para nosotros. Fue el sacrificio del Calvario que nos reconcilió con el Creador y nos proporcionó la verdadera y eterna felicidad. Y como fue por medio de Nuestra Señora que el Redentor de la humanidad vino a la Tierra, María Santísima es, de esta forma, causa de nuestra mayor alegría.

* Vaso espiritual: Nada tiene más valor que la verdadera fe. En la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, cuando hasta los apóstoles dudaron y huyeron, fue Nuestra Señora quien recogió y guardó, como en un vaso sagrado, el tesoro de la fe inamovible.

* Vaso digno de honor: En nuestra época, la honra casi no es considerada, por el contrario, muchas veces la falta de carácter y de vergüenza es alabada, como en las manifestaciones llamadas culturales en que se enaltecen los desvíos de comportamiento como los “malandros” – y luego se quejan de los resultados obvios de violencia, corrupción y colapso de la ciudadanía… Sin embargo, la honra es un valor en sí mismo. Nuestra Señora guardó cuidadosamente en su alma todas las gracias recibidas, manteniendo la honra a pesar de la decadencia del género humano. Si no hubiera existido Nuestra Señora, habría faltado en la creación quien representara la perfección de la criatura, fiel hasta el heroísmo extremo.

* Vaso de insigne devoción: Devoto quiere decir dedicado a Dios. La criatura que más se dedicó y vivió en función de Dios fue Nuestra Señora, habiéndolo hecho de forma tal que mejor era imposible.

* Rosa mística: La rosa es considerada tradicionalmente la reina de las flores, la que posee de forma más definida y espléndida todo lo que caracteriza a una flor. De la misma forma, en el campo de la vida espiritual y mística, Nuestra Señora posee de forma más primorosa todo lo que representa la perfección.

* Torre de David: Leemos en las Sagradas Escrituras que el rey David tomó la fortaleza de Jerusalén de los jebuseos y edificó la ciudad alrededor de ella. Naturalmente, el rey David fortificó la ciudad para volverla inexpugnable, dotándola de una fuerte guarnición.
La Iglesia católica es la nueva Jerusalén y en ella tenemos una torre o fortaleza que ningún enemigo puede destruir: A Nuestra Señora.
Ella construyó el punto de mayor resistencia y mejor defensa. Por eso, en esta invocación honramos a Nuestra Señora reconociendo que nunca ha habido, nunca habrá, quien mejor proteja a los fieles y defienda la honra de Dios que ella.

* Torre de marfil: El marfil es un material de raras características naturales: es al mismo tiempo muy fuerte y muy claro, lo que genera un aparente contraste entre suavidad y fuerza. Igualmente, Nuestra Señora es muy fuerte espiritualmente, la mayor enemiga de los enemigos de Dios y, al mismo tiempo, es de una pureza y suavidad blanquísima. Ella contraría las ideas falsas de que las cosas de Dios deben ser dulcificadas y sentimentales y de que la fuerza verdadera debe ser bruta.

* Casa de oro: El oro es considerado el más noble de los metales. Si tuviéramos que recibir al propio Dios, buscaríamos hacerlo en una casa que no fuera superable: De ahí la comparación con una casa de oro. Ahora, la Santísima Virgen es esa casa insuperable, la “casa de oro” que acogió a Nuestro Señor cuando Él vino al mundo.

* Arca de la Alianza: En el Antiguo Testamento, quedaban guardadas en el Arca de la Alianza las tablas de la Ley dadas por Dios a Moisés, así como un puñado de maná milagrosamente recibido en el desierto. Por eso, ella recordaba las promesas y la protección de Dios. Nuestra Señora es, en el Nuevo Testamento, el Arca de la Alianza que protege al pueblo elegido de la Iglesia y recuerda las infinitas misericordias de Dios.

* Puerta del cielo: Nuestra Señora es invocada de esta manera porque fue por medio de ella que Jesús vino a la tierra y es por ella que nos vienen todas las gracias orientadas a llevarnos al cielo, a nuestra morada eterna. Así, ella favorece nuestra entrada al cielo.

*Estrella de la mañana: Poco antes de que nazca el sol, cuando la oscuridad es mayor y empieza a clarear, aparece en el horizonte una estrella de mayor luminosidad. Después, cuando las otras estrellas desaparecen en la claridad naciente, ella aún permanece. Así fue Nuestra Señora, pues su nacimiento significaba que luego nacería el Sol de la Justicia, Nuestro Señor Jesucristo. Y cuando la fe se perdía hasta entre el pueblo elegido, ella seguía creyendo y esperando. Ella es el modelo de la perseverancia en la prueba y el anuncio de la Luz que vendrá.

Estas son, en resumen, algunas explicaciones de las más “curiosas” invocaciones marianas que componen la Letanía Lauretana. Comprenderlas ciertamente nos ayudará a rezar con mayor fervor tan meritoria oración.

Adaptación del texto de André Damino en “Na escola de Maria”, Ed. Paulinas, 4ª edição, São Paulo, 1962, y traducido al español, por Aleteia.

Ciao.

lunes, 18 de junio de 2018

Las graduaciones: Luces y sombras


Una interesante propuesta de José María Rodríguez Olaizola sobre la proliferación de graduaciones casi para todo, y cómo eso lleva a que pierdan mucho de su sentido. 
Y tú, ¿Te has graduado muchas veces?

No me negaréis que esto de las graduaciones se ha devaluado un poco. Porque sí, antes veíamos películas en las que la graduación era el final de un larguísimo camino. Y el esfuerzo acumulado hasta llegar allí era compartido. Por quien se graduaba, por la manera en que una familia apoyaba los estudios. Y había orgullo, reconocimiento, logros y un cierto paso a la vida adulta.

Pero eso era antes. Aquí quizás lo de lanzar los gorros al cielo no se repite –o no siempre, que aún nos queda un poco de estilo–, pero la parafernalia de las graduaciones sí que se ha extendido.
Porque no es que haya graduaciones cuando acabas la universidad, o cuando sales del colegio, que eso está bien.
Es que ahora hay que despedirte con honores cuando acabas la infantil, la primaria, la secundaria, el máster, y el cursillo de macramé de la academia del barrio.
Que, oye, me diréis que ¿A quién hace daño esa dinámica?
Y responderé que, daño, daño, quizás a nadie. Aunque un poco sí pervierte la trascendencia de pasos que, a base de repetirse, se van trivializando y pierden su sentido.
Porque en una graduación debería haber reconocimiento de un largo camino, valoración del esfuerzo, y un punto de excepcionalidad que es lo que le da trascendencia.
Pero cuando ya hoy en día te gradúas al minuto de empezar algo, se acabó lo del largo camino. Cuando a menudo la graduación es independiente de los resultados o los logros, se acabó el reconocimiento de lo conseguido. Y de la cultura del esfuerzo, mejor ni hablar.

Lo peor es que detrás de esto termina estando, en muchos casos, la exaltación del 'graduado', una vez más príncipe de la casa, reina de la familia, artista del mes. Y mira, digo yo que toda persona, alguna vez, merece un aplauso, un reconocimiento y una mirada llena de orgullo y cariño.
Pero a veces da la sensación de que precisamente quien más lo merece nunca lo va a tener, mientras que entronizamos una y otra vez a principitos que aún no han encontrado la salida del laberinto.

José María Rodriguez Olaizola, SJ

Ciao.

domingo, 17 de junio de 2018

La cruz no es un adorno



Si el titular es «los obispos alemanes contra la Cruz en los espacios públicos» (como se ha podido leer hace días en algunos diarios), lo normal es que te escandalice. O por lo menos te escame.
¿Cómo puede estar un obispo contra la exposición en los lugares públicos de la cruz? ¿No se supone que tenemos que defender nuestro espacio público, que cada vez parece más reducido?

Todo parte de la decisión del presidente de Baviera de que la Cruz figure en la entrada de todos los espacios públicos de ese territorio alemán. Pero te invito a que vayas más allá del titular.
A que si el tema te preocupa te lo tomes en serio y busques cuál es la raíz del problema y por qué los obispos alemanes están reticentes.

La decisión del presidente de Baviera se motiva en que «la cruz no es un símbolo religioso, sino el símbolo fundamental de la identidad cultural del carácter cristiano-occidental», según sus propias palabras. Y aquí está el problema para el episcopado alemán.
En para ellos la Cruz no sólo nos recuerda nuestra identidad cultural occidental, sino que es un recordatorio esencial de quiénes somos, porque mirando a la Cruz, sabemos quiénes somos. Lo que temen los obispos alemanes, en definitiva, es la apropiación de algo tan sumamente importante para nosotros y su resignificación como símbolo cultural.
En palabras de Benedicto XVI, «tomar la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento». 
Ese compromiso es algo serio para nosotros. Mucho. De hecho, sustentamos nuestra vida y nuestros deseos sobre Él. La Cruz no es un signo de que pertenecemos a una civilización, si no signo del compromiso por el que hemos optado.

Lo que nos advierten desde el episcopado alemán es que el presidente de Baviera no está asumiendo ese compromiso porque está buscando la reafirmación identitaria y cultural.
Nos recuerdan que la Cruz es algo más serio que un adorno o una seña de identidad para los que somos cristianos.
Es el símbolo de la entrega total, generosa y desinteresada al mundo. No es malo que nos lo recuerden alguna vez. Piénsalo así cuando te la colocas al cuello por las mañanas, cuando la vez en algún sitio público, cuando la tienes ante ti. Piensa cuánto de adorno es para ti y cuánto de símbolo de tus opciones profundas para esta vida.

Alvaro Zapata, SJ

Ciao.

sábado, 16 de junio de 2018

Caminos hacia Dios: Los creyentes


Una interesantísima idea de Emmanuel Sicre Sj sobre lo que nuestra imagen de Dios dice de nosotros mismos... Y tú, ¿A qué Dios le rezas?

Cada creyente se parece mucho al dios al cual le ‘reza’. De hecho, a dios-juez, creyente-juez. A dios-castigador, creyente-castigador. A dios-permisivo, creyente laxo. A dios-Ley, creyente legislador. A dios-mágico, creyente iluso. A dios-templo, creyente de sacristía. A dios-sacerdote, creyente clericalista. A dios-sacrificio, creyente negociante. A dios-obsesivo sexual, creyente reprimido. A dios-culposo, creyente culpógeno. A dios-triste, creyente de cara larga. ¡Qué panteón Dios mío!

Pero qué distinto es un creyente alegre, fecundo, audaz, servidor, orante, amigos de los pobres y humildes, libre de estructuras asfixiantes y cuestionador de la sociedad en favor del bien común.
Qué lindo es conocer a un creyente amante de conocer más a su Dios, que no condena los errores ajenos porque reconoce su propia debilidad, que no juzga como dueño de la verdad sino que se declara buscador de ella como todos, capaz de sufrir con el que sufre y gozar desinteresadamente con quien goza, comprometido a amar a todos sin distinción, dispuesto a entregar vida por lo que cree y experimenta en el corazón propio y de su comunidad.
¿Te suena en qué Dios cree alguien así? Sí, el Dios de Jesús.

Emmanuel Sicre, SJ

Ciao.

viernes, 15 de junio de 2018

Buscadores de amor


Esa es, quizás, nuestra raíz y nuestra esencia, nuestra más profunda fuerza, lo que a veces nos rompe, pero otras nos sube al cielo.
Podemos amar y ser amados. Vivimos anhelando encuentro, caricia, palabra de comprensión y reconocimiento. Decimos de Dios, del que somos imagen, que es amor.
Y cuando miramos alrededor y vemos a los otros, soñamos con vivir desde la cordialidad de unos brazos que se estrechan, unos ojos que se comprenden o unas manos que se enlazan.

Pastoralsj.org

Ciao.

jueves, 14 de junio de 2018

Imágenes para contemplar


Hay imágenes que nos ayudan a contemplar. Son imágenes que cuestionan: Aparecen y plantean que las cosas podrían ser distintas de cómo las estamos viviendo, incluso al revés.
Estamos acostumbrados a que el lenguaje de crecimiento en la vida tenga siempre un aire ascendente: Subir, escalar, progresar, ganar experiencia… Sin embargo, todo eso, sin dejar de responder a una parte de la realidad, choca una y otra vez con una vivencia muy humana: El crecimiento tiene que ver también con despojo, con sobriedad, con ir liberándose de capas, aditivos, adornos.
No es fácil contemplar a Jesús en la cruz. No estuvimos alli, y nunca podremos hacernos una idea exacta de lo que él vivió. Pero hay imágenes que nos ayudan a tocar algo de aquello.
Quizá una cruz en la cima de una montaña: Sobria, desgastada por el viento, el frío y el calor, esperando con paciencia infinita a que otros suban a visitarla… Puede que al final del ascenso no nos espere una ganancia. O que la ganancia sea una pérdida. O su integración.
Al bajar, la imagen de aquella cruz nos recuerda que no somos Jesús, que no somos nosotros los permanecemos siempre allí, esperando.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao

miércoles, 13 de junio de 2018

El tiempo de exámenes


Ya están aquí, otra vez, los temidos exámenes. Esta época especial para todos los estudiantes se convierte en un tiempo que también puede verse desde su lado "creyente".

1) TIEMPO DE FE: En tiempo de exámenes es muy frecuente que se despierte la religiosidad profunda. Ese momento en que recordamos que Dios es todopoderoso y que a lo mejor puede influir misteriosamente en la mente de los catedráticos para que pongan justo los temas que mejor me sé: "Dios mío, Dios mío, que apruebe". 
El intento es legítimo, pero si al final no apruebas no te enfades con Dios. Hay otros candidatos mucho más idóneos para ser el blanco de tus iras: Los profesores (mira que preguntar eso); tus amigos (por obligarte a salir y eso); o incluso tú mismo (¿Quién lo hubiera dicho? Si lo tenía todo muy reciente. Tal vez tendría que haber dormido un poco más?)

2) TIEMPO DE CONVERSIÓN: Dicen que la Navidad es el tiempo de los buenos propósitos. Qué va. Para un estudiante el tiempo de los buenos propósitos es el período de exámenes: La próxima vez empezaré desde el principio; esto no me vuelve a pasar. Y el pronóstico más arriesgado: "El año que viene no falto a ninguna clase". Reto.
Cuando pienses en todas estas cosas, apúntatelo en el móvil y ponte una alarma para recordarlo al inicio del próximo curso. Y que se repita a diario. Si luego lo cumples, genial. Si no, al menos podrás reírte de tu ingenuidad.

3) TIEMPO DE IRA: Llegan los exámenes y entonces odias a todo el mundo. A tus hermanos, que hacen ruido solo para fastidiarte. A los vecinos, que ponen música a todo volumen. A tus padre, que te preguntan qué tal va a todo, sin asumir lo evidente: que todo va terriblemente mal y no tienes ganas de hablar. A tus amigos que han estudiado, por listillos. A los que no, por ser una mala influencia
Tal vez habría otra forma de ver las cosas: Tus hermanos tienen que seguir con su vida. Los vecinos ni siquiera saben que estás en exámenes. El interés de tus padres es preocupación genuina y no lleva un mudo reproche escondido. Y tus amigos lo son para las horas buenas y las malas. Y el mal humor no arregla nada. Si puedes, sonríe.

4) TIEMPO ESPECIAL: En tiempo de exámenes el mundo se paraliza. No hay espacio para todas las actividades complementarias que habitualmente tienen un hueco en tu agenda: ni correr, ni gimnasio, ni clase de música o idiomas, ni voluntariado, ni cafetín, ni mus, ni leer novelas, ni pachanguita de fútbol, ni compras... Y en cambio tu universo se puebla de nuevos compañeros de camino: Café (muy cargado), toneladas de papeles y apuntes escritos en clave, más cigarrillos que de costumbre, ojeras, despertadores que adelantan el timbre hasta es as horas en que las calles ni siquiera parecen estar puestas. Ánimo. La vida normal volverá.

José María Rodriguez Olaizola, SJ

Ciao.

martes, 12 de junio de 2018

¡Qué bien se está aquí!



¿Cuándo fue la última vez que, cerca de alguien o en algún lugar en particular, te sentiste 'tan bien'? Me gusta escuchar a los jóvenes que están a gusto en un lugar, que les agrada estar en un sitio en particular, o «¡Este lugar mola!»

Es curioso, pero todo el tiempo estamos relacionándonos con otras personas, yendo de un lugar a otro, pero pocas veces nos detenemos a pensar, ¿Dónde y con quién me siento verdaderamente a gusto? ¿Dónde y con quién me siento en paz? ¿Dónde y con quién me siento libre? ¿Dónde y con quién me siento seguro, amado y perdonado?

No con todas las personas y no en todos los lugares nos sentimos bien. Hay personas que tienen ese don maravilloso de crearte unas 'condiciones' tales, que te permiten ahondar en la propia interioridad y conectar mejor con los demás. Son seres humanos sin ninguna cualidad extraordinaria aparente, pero poseen ese don precioso de permitirte que seas tú mismo porque ellos lo son.

Son personas que parecen estar totalmente dispuestas a permanecer cerca de ti, aun cuando lo que tengas para mostrar no sea otra cosa que el 'chiquero' que todos llevamos dentro. Son personas que te esponjan el alma, te acarician el corazón, y te enriquecen el espíritu. Necesitamos más de esas personas. Desgraciadamente, muchos lugares eclesiales no son lo acogedores que deberían ser, ni las personas que tienen por oficio de animar a los demás parecen estar prestando bien ese servicio.

Necesitamos convertirnos, tú y yo, en personas con capacidad para contener, acompañar, ayudar, colaborar con los demás para que descubran la belleza que anida en ellas. Ayudar a que el otro esté a gusto consigo mismo. Estoy convencido de que nadie comienza un camino de maduración, un despertar espiritual, si no se acepta primero como es y como está. Solo entonces emprenderá un camino de transformación espiritual.

Pedro Ezequiel

Ciao.

lunes, 11 de junio de 2018

Inyecciones de sentido


Quizás eres de los que has estudiado para mejorar el mundo. O lo estás haciendo. O estás trabajando para ello. Así que probablemente conocerás esos momentos en los que tienes que recordarte por qué lo estás haciendo. Porque no le ves el resultado, ni el éxito a medio plazo. No eres capaz de comprender por qué memorizar ese temario, o redactar ese informe, o ir a esa reunión mejora la vida de los que lo necesitan. Sin embargo, hay trabajos donde se vive eso en directo, a diario, cada minuto.

Algo así quiere transmitirnos el texto que estos días ha hecho viral una auxiliar de enfermería: el orgullo de saber que tu trabajo contribuye de forma inmediata a la felicidad de una persona. Y no precisamente trabajos con gran valoración social, más bien al contrario, aquellos que nos parecen de segunda, quizás porque nos ponen en contacto con el lado menos amable de nuestra sociedad, como la discapacidad, la enfermedad, la exclusión…

Y, sin embargo, si hablas con cualquier persona que se dedique a eso, los más probable es que le parezca un de los trabajos más dignos que ha tenido la suerte de poder hacer. No porque les haga sentir bien, o porque después de acabar la jornada se sientan mejor persona, o les apasione ese trabajo. Les parece una de las cosas más dignas que han hecho porque ha contribuido a que otro viva mejor, de forma inmediata. Y nadie se lo tiene que explicar, ni tienen que elaborarlo. Es evidente. Es palpable. Lavar, alimentar, vestir son acciones que mejoran la vida directa e inmediatamente.

Son inyecciones de sentido, en las que caemos en la cuenta de que hay cosas que ya están en nuestra mano para mejorar nuestro entorno, y eso nos da una especial plenitud. Hay tareas que nos llenan de un modo especial. Y no son las más elaboradas, precisamente. Son aquellos trabajos tan sencillos, tan cotidianos, que incluso los minusvaloramos. Pongamos en valor todas esas acciones que nos dan plenitud, en las que sentimos y sabemos que estamos ayudando sencillamente, sin aplausos. Pero plenos, sintiendo el sentido profundo de lo que hacemos por ayudar a otro.

Alvaro Zapata, SJ

Ciao.

domingo, 10 de junio de 2018

¿Inculcar o transmitir?


Una interesante distinción que propone Daniel Cuesta Gómez. Esto de la transmisión de la fe, ¿Se impone o se propone? ¿Se inculca o se transmite? ¿Es contenido o es actitud? ¿Cómo lo ves?

Hay quien cree que la única explicación satisfactoria para que a día de hoy siga habiendo gente con fe radica en el verbo inculcar. Para esta gente, los creyentes lo serían simplemente porque alguien de su entorno más cercano les ha inculcado la fe. Y a la vez, el hecho de que la Iglesia a día de hoy siga tan interesada en la educación se explicaría precisamente porque los colegios son una herramienta ideal para llevar a cabo esa inculcación de la fe y de los valores cristianos a los niños.

Las distintas definiciones que la RAE da del verbo inculcar, tienen alguna referencia a la fuerza, el empeño y el ahínco. Por lo tanto, si aplicamos este verbo a la fe, se podría sacar la conclusión de que, con insistir y repetir sus conceptos, valores y prácticas fundamentales, sería suficiente para asegurar que ésta quedase insertada en los individuos. Sin embargo, la realidad en multitud de ocasiones nos demuestra lo contrario.

En este sentido, creo que es mucho más acertado a la hora de hablar de la fe, el uso del verbo transmitir. Puesto que en este verbo tiene un matiz muy diferente del anterior y, lo que es más importante, no tiene los tintes voluntaristas y de esfuerzo con los que se caracteriza el verbo inculcar. Quien transmite, busca comunicar algo importante para su vida, algo que ha encarnado en su existencia y que le ha configurado como persona. Y lo hace respetando la libertad y sobre todo la individualidad de la otra persona. Asumiendo que el otro tiene que hacer suyo este mensaje para que así pueda a su vez transmitírselo a otras personas. Y sobre todo, sabiendo que no todo depende de su esfuerzo e interés, sino que, en la transmisión de la fe juegan un papel muy importante la acción de Dios y la actitud del receptor.

Por ello, creo que es muy importante que tomemos conciencia de que lo que intentamos hacer en nuestra vida es transmitir la fe que otros nos transmitieron. Esto nos ayudará a defendernos cuando otros nos acusen de querer inculcar o incluso influenciar a las personas. Pero sobre todo, nos dará unas claves muy diferentes para integrar los éxitos y los fracasos de nuestra pastoral. Puesto que somos transmisores de algo que no es nuestro pero que, a su vez necesita de nuestro esfuerzo e interés para que pueda llegar a encarnarse en los demás.

Dani Cuesta, SJ

Ciao.

sábado, 9 de junio de 2018

Caminos hacia Dios: Lo imposible


¿Por qué no hemos podido lograr la paz en la Tierra? ¿Por qué buscamos muchas veces la felicidad donde finalmente no está? ¿Qué tipo de fragilidad es la nuestra que cuando deseamos hacer lo imposible experimentamos el límite, la frustración? ¿No será que cuando aceptamos que no podemos darnos a nosotros mismos la vida, el amor, la paz, la impotencia nos señala un camino distinto? Así es.
Comenzamos a percibir a Dios en su secreto trabajo tras las bambalinas de la existencia. Entonces, se da con mayor claridad que lo imposible para nosotros es posible para Dios. Y no al modo nuestro, sino al suyo que siempre es creativo, hondo, nuevo.
Sólo quienes se animen a cosas imposibles, podrán entrar por la puerta del misterio que sostiene nuestras vidas.

Emmanuel Sicre, SJ

Ciao.

viernes, 8 de junio de 2018

Echar raíces



Una de las cosas más importantes en la vida de cualquier persona es la acción de echar raíces.
Echar raíces significa comunicar nuestro corazón con lo que es verdaderamente importante en nuestra vida, dejándonos afectar por aquello que vibra a nuestro alrededor.
Las raíces no son cadenas que nos atan, o que nos esclavizan, sino canales que nos unen con aquello que nos anima, que nos alienta, que nos da ánimos renovados.
A través de ellas nos adentramos en los espacios más inhóspitos de nuestra cotidianidad, y nos alimentan de deseos, palabras, imágenes… Es trabajo de cada uno preguntarse sinceramente dónde la propia vida encuentra arraigo en tierra buena y, siendo plenamente conscientes, acrecentar el deseo de profundizar en las diversas realidades enraizadas donde encontramos una fuerza misteriosa, un camino agradecido, que nos ayuda a ver las cosas con una mirada novedosa, capaz de ir más allá de lo superficial.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

jueves, 7 de junio de 2018

Desolaciones y tristezas



En nuestra vida se suceden contentos y tristezas, gozos y añoranzas. Nos gusta sentirnos alegres, pero a veces nos invade la desgana, la apatía o la amargura.

¿Es esto la desolación espiritual? ¿Es lo mismo desolación que tristeza?

Existe una tristeza natural. La produce la pérdida de una relación, un fracaso inesperado, la frustración de una expectativa o algún daño recibido. La tristeza apaga el afecto, debilita el ánimo y ralentiza el ordinario discurrir del pensamiento. Nos deja planos y grises. Y a veces con un poso de amargura que se expresa en ironía o mal humor. Además, no raramente hacemos daño a los que más queremos. Ni nos aguantamos ni nos aguantan.

Pero estas tristezas naturales no son desolación espiritual.

La desolación espiritual siempre tiene una referencia a Dios y a sus cosas. Se siente como oscuridad ante la verdad divina, insensibilidad ante la Palabra, pereza para el bien, lejanía del Señor.
Puede tener una fuerza inesperada, y tambalea las buenas intenciones que teníamos sólo un día antes. Si se prolonga un tiempo resulta una prueba espiritual particularmente dura; por ejemplo Ignacio de Loyola tuvo tentaciones de quitarse la vida, atormentado por sus escrúpulos.

Entonces, ¿Todo es tristeza natural o desolación espiritual? No.

Pues también existen muchas tristezas ambivalentes y mezcladas. Por ejemplo, cuando un matrimonio tiene dificultades, aunque un día se quisieron de verdad. O cuando un creyente comprometido con los pobres no es aceptado por esos mismos pobres. O cuando un catequista no es escuchado. O cuando una joven consagrada por amor a Dios siente, al cabo de un tiempo, la frustración de su ilusión primera.

Estas situaciones son ambivalentes: Pues no sólo parece que Dios está lejos, sino que nuestro ego se siente frustrado (aunque sea de modo latente). Y nuestro ego frustrado explica muchas desolaciones que llamamos espirituales.

Luis María García Domínguez SJ

Ciao.

miércoles, 6 de junio de 2018

Estamos enredados



Facebook, Tuenti, Instagram, Snapchat… Son nombres que hace no mucho tiempo nos habrían sonado a chino, pero que hoy forman parte de nuestras rutas virtuales cotidianas.
Se trata de las redes sociales, que cada vez más están presentes en nuestras vidas.
Es una nueva forma de relacionarnos que este mundillo de Internet nos va ofreciendo. En estos foros cada uno tiene un perfil en el que muestra sus fotos, su estado de ánimo, comenta en los perfiles de otros… Pero cada vez se puede interactuar de más formas.
Hay quienes se niegan a entrar a este torbellino de comunicación: El móvil, el correo electrónico, el Messenger, Skype, etc.
Y es que en esta era de la comunicación a veces da la sensación de que somos una comunidad de soledades. Digo esto al pensar, por ejemplo, en los adolescentes que pasan horas chateando encerrados en la isla de su cuarto, o en los que son incapaces de expresar sus sentimientos si no hay una pantalla por medio.
Además, tenemos que reconocer, que si nos dejamos “enredar” se nos va mucho tiempo navegando, curioseando los perfiles de mis amigos, de los amigos de mis amigos…Pero también podemos estar al día de gente a la que le habíamos perdido la pista: Como esa novia de 6º de primaria de la que ahora ves sus fotos en el Himalaya porque es alpinista, aquel chaval que conociste en un camino de Santiago y que escribe cosas preciosas, un compañero de universidad que hace años que no ves y que te manda miles de presentaciones de power point o los compañeros de aquel Erasmus que ahora parecen tan formalitos en sus álbumes.

Reconozco que para estar el día en estas cuestiones me ayuda mucho trabajar con adolescentes. He podido comprobar que para anunciar una actividad no valen los tablones de anuncios del colegio, ni los correos electrónicos, pues aunque hagamos carteles buenísimos no los miran. Pero si pones un “evento” en el Tuenti, en pocas horas todos están informados.
A veces recuerdo la promesa de Jesús “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, que son de las palabras que más me consuelan, y pienso en cómo Dios se puede hacer presente también en estas redes, y cómo nosotros podemos dar testimonio y ser luz en la red. Estoy convencido de que podemos llenar la red de Evangelio y vida, pero tenemos que ser audaces y creativos. Y esto es pastoralsj.org, un humilde intento que visitáis muchos de los que buscáis algo más en la red.

No nos vendría mal preguntarnos ¿Qué buscamos en la red?, ¿Cómo podemos hacer presente el Reino en Internet? o ¿Qué nos aportan estas redes sociales para crecer como personas?

Javi Montes, SJ

Ciao.

martes, 5 de junio de 2018

No somos niños


Hay gente que parece que nunca encuentra el momento para madurar. Pero, ¿No hay siempre un camino? Una reflexión de Max Echeverría Burgos, SJ.

Hace ya un tiempo que he comenzado a participar como “oyente” de las reuniones de personas en rehabilitación de drogas o NA (Narcóticos anónimos).
Cierto día, estando en uno de estos encuentros, me sorprendió mucho ver a una muchacha joven, de unos quince años, que al parecer acompañaba a su padre; el cual, justo ese día, ¡Se encontraba celebrando un año sin consumir drogas!

Llegaba el momento de compartir testimonios de los allí presentes, en gratitud por la vida de este compañero. Un silencio nos abrazaba entre miradas cómplices… Cuando de pronto, la joven rompe el silencio con fuerza y gracia: “Papá: ¡Fui testigo de cómo a tus 40 años, lograste despertar; y, acrecentaste mis sueños!”

Espontáneamente brotaron lágrimas de emoción, y el silencio volvía a abrazarnos con aún más fuerza. Las palabras fueron un eco que interpelaban a todos: “lograste despertar; y acrecentaste mis sueños”.
¿Qué hace despertar a un hombre en esta condición? ¿Qué mueve una decisión tan radical? ¿Cómo se suscitan en nuestras vidas esos saltos tan vitales?

Este padre en algún momento de su historia tuvo que haberse experimentado “desarmado”. Bajó sus brazos y se dejó envolver por un amor que no venía de Él mismo. Dejó de pensar en su bienestar y se abrió a la vida que lo rodeaba.
En algún momento los sueños de su hija, lo sacudieron. Lo liberaron de sus esquemas, y, desecho de estos, pudo despertar; recibir su abrazo que era el deseo de verlo en libertad.

Generalmente nuestras eternas adolescencias (como las de este hombre), se deben a nuestra falta de “debilidad”. De reconocer que lo que sueño y vivo, no es un proyecto que me va a satisfacer a mí toda la vida. Es dejarse abrazar por personas, situaciones, conflictos que nos interpelan día a día… Y en ese abrazo, abrazarlas.
Jesús, sintió el abrazo de su pueblo; en la vida de su madre, leprosos, pecadores, publicanos, viudas, prostitutas… Por ello fue capaz de hacerse uno con su gente para acrecentar sus sueños. Tal como lo que ocasionó la decisión de este padre con su hija.

No somos niños eternamente. Somos hombres y mujeres invitados a abrirnos a un amor maduro, que por medio de nuestras acciones y decisiones, busca amar con radicalidad a una humanidad que espera nuestro abrazo.

Nunca es tarde para bajar los brazos y dejarse abrazar por la vida. Sea a los 20, 28, 40, 50 años… Es un desafío enorme.
¿Qué personas en la vida quieren hacerme sentir su abrazo? ¿A través de qué situaciones me experimento amado? ¿A qué me invitan estas personas y momentos?

Max Echeverría Burgos SJ

Ciao.

lunes, 4 de junio de 2018

Nuestra misión


Si somos cristianos es por un encuentro. No es la misma vida antes de conocer a Jesús que después.
Antes de saber que Dios mismo se encarnó por nosotros y desde la profundidad de la miseria humana, confiando en el Padre, nos salvó a través de la Cruz. No es lo mismo.
Nuestra vida se convierte en una misión. La misión de transmitir al resto de la humanidad la vida y hechos de Jesús.
Ser luz para otros. Misión que muchas veces será incomprendida pero no por ser falsa sino por ser excesivamente verdadera.
Es demasiado fuerte reconocer lo que Dios hace por nosotros y lo torpes que somos, a veces, con Él. La incompresión no es del mensaje sino de nuestra paradógica vida.
Ser testimonio del encuentro, del regalo de la alegría eterna, de la fortaleza en la tribulación, de la confianza en nuestro caminar.
Ser testimonio de esa verdad que, aunque desbordante, nos descubre el sentido de esta vida. Esa es nuestra misión.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

domingo, 3 de junio de 2018

Pange Lingua



Pange Lingua es un himno eucarístico escrito por santo Tomás de Aquino (1225-1274) para la festividad de Corpus Christi (Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo). 
Este himno también es cantado el día del Jueves Santo, durante la procesión desde el altar hasta el monumento donde la reserva queda custodiada hasta el día siguiente, (Viernes Santo); también es el habitual en todas las procesiones eucarísticas. 
Las dos últimas estrofas de este himno, el Tantum Ergo, son cantadas como antífona antes de la bendición solemne con el Santísimo, efectuada al finalizar las adoraciones eucarísticas.
Este himno expresa de manera concreta la doctrina de la Transubstanciación, en cual, el pan y el vino, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Las palabras iniciales de esta famosa secuencia, escrita en el idioma oficial de la Iglesia católica (latín), son obra del poeta latino Venancio Fortunato. 
Éste comienza con la frase "Pange, lingua, gloriosi / Lauream certaminis", y es usada en alguna de las "Horas Canónicas", que son parte del Oficio divino.
Ciao.

Alma de Cristo santifícame



Preciosa oración que todos hemos rezado y que deberemos de seguir rezando. ¡Alma de Cristo no nos abandones nunca!

Alma de Cristo santifícame

Cuerpo de Cristo, sálvame

Sangre de Cristo, embriágame

Agua del costado de Cristo, lávame

Pasión de Cristo, confórtame

Oh buen Jesús, óyeme

Y dentro de tus llagas, escóndeme

No permitas que me aparte de ti

Del enemigo, defiéndeme

En la hora de mi muerte, llámame

Y mándame ir a ti,

para con tus santo

te alabe por los siglos amén

Ciao.

Reflexión para el día del Corpus Christi



“Dichosos los llamados a la cena del Señor”. Así dice el sacerdote mientras muestra a todo el pueblo el pan eucarístico antes de comenzar su distribución. 
¿Qué eco tienen hoy estas palabras en quienes las escuchamos?
Son muchos, sin duda, los que se sienten dichosos de poder acercarse a comulgar para encontrarse con Cristo y alimentar en él su vida y su fe.
No pocos se levantan automáticamente para realizar una vez más un gesto rutinario y vacío de vida.
Un número importante de personas no se sienten llamadas a participar y tampoco experimentan por ello insatisfacción ni pena alguna.
Y, sin embargo, comulgar puede ser para el cristiano el gesto más importante y central de toda la semana, si se hace con toda su expresividad y dinamismo.
La preparación comienza con el canto o recitación del Padre nuestro. No nos preparamos cada uno por su cuenta para comulgar individualmente.
Comulgamos formando todos una familia que, por encima de tensiones y diferencias, quiere vivir fraternalmente invocando al mismo Padre y encontrándonos todos en el mismo Cristo.
No se trata de rezar un “Padre Nuestro” dentro de la misa.
Esta oración adquiere una profundidad especial en este momento. El gesto del sacerdote con las manos abiertas y alzadas es una invitación a adoptar una actitud confiada de invocación.
Las peticiones resuenan de una manera diferente al ir a comulgar: “danos el pan” y alimenta nuestra vida en esta comunión; “venga tu Reino” y venga Cristo a esta comunidad; “perdona nuestras ofensas” y prepáranos a recibir a tu Hijo...
La preparación continúa con el abrazo de paz, gesto sugestivo y lleno de fuerza que nos invita a romper los aislamientos, las distancias y la insolidaridad egoísta.
El rito, precedido por una doble oración en que se pide la paz, no es simplemente un gesto de amistad, expresa el compromiso de vivir contagiando “la paz del Señor”, restañando heridas, eliminando odios, reavivando el sentido de fraternidad, despertando la solidaridad.
La invocación “Señor, no soy digno”, dicha con fe humilde y con el deseo de vivir de manera más sana es el último gesto antes de acercarse cantando a recibir al Señor.
La mano extendida y abierta expresa la actitud de quien, pobre e indigente, se abre a recibir el pan de la vida.
El silencio agradecido y confiado que nos hace conscientes de la cercanía de Cristo y de su presencia viva en nosotros, la oración de toda la comunidad cristiana y la última bendición ponen fin a la comunión.
Una pregunta en esta festividad del “Corpus Christi”. ¿No se reafirmaría nuestra fe si acertáramos a comulgar con más hondura? 

¡Feliz día del Corpus Christi!

(Parroquia del Carmen Fuengirola)

Ciao.

sábado, 2 de junio de 2018

Real como la vida misma



Que las redes sociales son parte de nuestra vida ya no nos lo tiene que decir ningún estudio. Aunque a algunos les vendría bien recordar que intentar que el virtual sea un mundo completamente ajeno al real es engañarse, porque las redes no son una suerte de 'aguas internacionales' donde todo vale (ni siquiera en las aguas internacionales de verdad todo vale).

Conforme esta realidad impregna nuestra vida vamos viendo cómo su presencia nos afecta en el día a día, los efectos que tiene sobre nuestra forma de ser, nuestra identidad... Así como reconocemos muchas veces las relaciones tóxicas en nuestra vida, o esas actividades que no nos aportan nada, o nos deprimen; las que nos alegran y estimulan, los amigos y la familia que nos rodean y sostienen. Del mismo modo pasa en las redes, si lo piensas bien.
Cuántas veces no abres Twitter y terminas cabreado o asustado al leer sobre la última polémica, o te ríes con alguna ocurrencia que lees. O te metes en Instagram y te deprime ver esas vidas tan alejadas de la tuya, esos cuerpos tan perfectos, o se te escapa una sonrisa al ver las últimas fotos de tu amiga que está de Erasmus.
En definitiva, en las redes encontramos, igual que en otras zonas de nuestras vidas, todo lo bueno y lo malo que hay en el mundo. Nos acercan a nuestros seres queridos, nos informan y a la vez nos engañan y nos hacen desear imposibles. Como medio que son, depende de cómo y para qué las usemos.

El problema no es ese. Tiene más que ver con lo que algún reciente estudio ha publicado relacionando la depresión con redes basadas en la imagen. El mundo virtual es tan real como el que ves a través de tu ventana y por tanto no somos inmunes a él. Ese es el reto. Descubrir de qué modo nos afecta, porque todo lo que la vida te aporta, y también las mismas trampas que te encuentras, está presente en las redes. Por eso cuando hablamos de aprender a usar las redes, hablamos de aprender a reaccionar a lo que nos ofrecen.
Hablamos de no dejarnos llevar por trampas que nos frustran –hay mucho decorado en Instagram, muchos trucos y fuegos artificiales que quedan en nada– y fortalecernos en todo lo bueno que nos traen estar en contacto con los lejanos y los cercanos, compartir la vida.
Quedarnos con lo bueno y evitar lo malo. Tan simple y tan complejo como la vida misma, pero un aprendizaje necesario para movernos libres, conscientes, sabiendo qué queremos y hacia dónde vamos.

Alvaro Zapata, SJ

Ciao.

viernes, 1 de junio de 2018

Palabra de Vida Junio 2018


«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9).

El Evangelio de Mateo inicia el relato de la predicación de Jesús con el sorprendente anuncio de las bienaventuranzas.
En ellas, Jesús proclama «bienaventurados», es decir, plenamente felices y realizados, a todos los que a los ojos del mundo son considerados perdedores o desventurados: Los humildes, los afligidos, los mansos, los que tienen hambre y sed de la justicia, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz.
A ellos Dios les hace grandes promesas: Serán saciados y consolados por Él mismo, serán herederos de la tierra y de su Reino.
Es, pues, una revolución cultural en toda regla, que trastoca nuestra visión, a menudo cerrada y miope, para la cual estas categorías son una parte marginal e insignificante de la lucha por el poder y el éxito.

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

Según la visión bíblica, la paz es fruto de la salvación que Dios realiza; o sea, es ante todo un don de Dios. Es una característica de Dios mismo, que ama a la humanidad y a toda la creación con corazón de Padre y tiene sobre todos un proyecto de concordia y armonía. Por eso, quien se prodiga por la paz demuestra cierta «semejanza» con Él, como un hijo.

Escribe Chiara Lubich: «Puede ser portador de paz quien la posee en sí mismo. Es necesario ser portador de paz ante todo en nuestro comportamiento de cada instante, viviendo de acuerdo con Dios y su voluntad. […] “…Serán llamados hijos de Dios”: Recibir un nombre significa convertirse en lo que ese nombre expresa.
Pablo llamaba a Dios “el Dios de la paz” y saludaba a los cristianos diciéndoles: “El Dios de la paz esté con todos vosotros”. Los que trabajan por la paz manifiestan su parentesco con Dios, actúan como hijos de Dios, dan testimonio de Dios, quien […] ha imprimido en la sociedad humana el orden, que da como fruto la paz» .

Vivir en paz no es simplemente la ausencia de conflicto; tampoco es una vida sosegada, contemporizando con los valores para buscar la aceptación de los demás siempre y como sea; más bien es un estilo de vida exquisitamente evangélico que requiere la valentía de hacer opciones a contracorriente.
«Trabajar por la paz» es sobre todo crear ocasiones de reconciliación en la vida de uno mismo y de los demás, en todos los niveles: ante todo con Dios, y luego con quienes tenemos cerca, en la familia, en el trabajo, en clase, en la parroquia y en las asociaciones, en las relaciones sociales e internacionales. O sea, es un modo decisivo de amar al prójimo, una gran obra de misericordia que sanea todas las relaciones.

Eso es precisamente lo que Jorge, un adolescente de Venezuela, decidió hacer en el colegio: «Un día, al final de las clases, vi que mis compañeros se estaban organizando para una manifestación de protesta durante la cual tenían la intención de usar la violencia, incendiando coches y tirando piedras. Inmediatamente pensé que ese comportamiento no cuadraba con mi estilo de vida. Así que les propuse escribir una carta a la dirección del colegio: Así podríamos pedir de otro modo lo mismo que ellos pensaban conseguir con la violencia. Entre unos cuantos la redactamos y se la entregamos al director».

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

En este tiempo se revela especialmente urgente promover el diálogo y el encuentro entre personas y grupos diversos por historia, tradiciones culturales o puntos de vista, y así mostrar aprecio y acoger la variedad y riqueza que supone.
Como dijo recientemente el papa Francisco: «La paz se construye en el coro de las diferencias […] Y a partir de esas diferencias uno aprende del otro, como hermanos… Uno es nuestro Padre, nosotros somos hermanos. Querámonos como hermanos. Y si discutimos entre nosotros, que sea como hermanos que enseguida se reconcilian, que siempre vuelven a ser hermanos» .
También podremos esforzarnos por conocer los brotes de paz y fraternidad que ya hacen nuestras ciudades más abiertas y humanas. Preocupémonos de ellos y hagamos que crezcan; así contribuiremos a curar las fracturas y los conflictos que las invaden.

Letizia Magri

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